domingo, 9 de noviembre de 2008

¡LUMOS! Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas

Hola a todos, aquí les dejo la segunda entrega del fanfic que comencé a publicar hace unos días. Espero que sea de su agrado y no olviden enviar sus propios fanfics, nos honrará mucho que lo hagan.


TOM RIDDLE EN DIAGON ALLEY (segunda entrega)

Era ya tarde cuando Tom se despidió de la única visitante que llegaba cada noche a solventar la soledad en esa habitación lúgubre y endemoniadamente triste. Hacía años que se había dado cuenta del don de hablar con ellas: fue una noche en la cual el silencio reinaba en los pasillos, se respiraba por toda esa mole de piedra de la que escasos recuerdos había acumulado. Aquella ocasión, mientras contemplaba un cielo negro tachonado de estrellas y volvía a odiar a esos niños que se habían burlado de él por la mañana en el desayuno, gracias a un sutil regaño de la extinta señora Cole, la escuchó por vez primera. Era una voz fría, de gélida textura y delicado sonido: “Tenemos confianza en ti, esperamos el gobierno de tu voz, serás grande, y no habrá sonidos que acechen tu presencia”. Saltó de la cama sin tener miedo, en realidad, lo que sintió, fue un regocijo interno, pues lo sabía, siempre supo que la identidad y no esa impersonalidad que mostraba el resto de humanos que había conocido, estaba de su parte: era distinto, un puñado de misterios que había que desentrañar. Pero no vio nada inmediatamente. Hasta que quiso dar un paso y asomarse a la ventana, se dio cuenta quién era la protagonista de la voz. Subiendo por sus tobillos desnudos, una serpiente de algo más de medio metro, de quien nunca sintió el más mínimo miedo, volvió a hablarle. Sabía que era ella pues, cuando estuvo sobre su hombro, quedó mirándolo fijamente mientras serpenteaba su bífida lengua, justamente como si hablara. “Te queremos a ti, deseamos que pongas el nombre de tu ancestro en alto pedestal”. Entonces lo hizo, no supo de qué modo, lo que sí, es que si aquella serpiente tenía el mismo lenguaje que él, entonces podría sin dificultad hacer uso del mismo para comunicarse.
-No eres un sueño, ¿verdad?
-No, sabemos de ti porque en el reino de las serpientes conocemos la especial esencia de quienes mantienen el don antiguo.
Desafortunadamente, y como si aquella visitante supiera de antemano la curiosidad nata del chico, no quiso revelar nada más. Tom la cuestionó sobre su origen, sobre sus padres, sobre aquellas cosas extrañas que solían pasar cuando se enojaba u odiaba. La serpiente no dijo nada, ni siquiera sobre aquel ancestro del que había hecho mención y del que Tom dedujo, era su padre. “Todas las piezas encajarán con el tiempo, lo sabrás… lo sabrás”. Tras esa primer visita, la serpiente se alejó reptando hasta alcanzar la ventana y desaparecer en ella; sin embargo, cada noche, cada tiempo relativamente corto, la misma visitante sedosa y esbelta como un rayón de tinieblas, se presentaba, aunque ya no decía nada puramente revelador, se limitaba a aconsejar a Tom sobre el proceder ante los humanos comunes, diciéndole qué hacer.
Tras la visita del Profesor Dumbledore y la revelación de que era ¿un mago?, supo que las piezas de que hablaba la visitante nocturna, estaban llegando, por eso no dudó un segundo en aceptar la vacante en ese colegio.
Unos minutos después de que el Profesor se hubo marchado, la serpiente apareció por la ventana y (desconocemos el gesto) sonrió al muchacho quien, pese a mantenerse regio y nada intimidado ante las nuevas revelaciones, estaba radiante de alegría: un subjetivo sentimiento de felicidad se asomaba por esos ojos eternamente lúgubres. Tom asintió cuando su amiga le hizo aquella confesión y aceptó acompañarla al despacho de la señora Cole. Cuando la mujer perdió la conciencia, Tom se escucho decir: Sí, a mí también me parecía molesta.
Cuando la serpiente, que había crecido lo suficiente desde la primer vista, hubo desaparecido, Tom tomó la pesada bolsita de dinero mágico, se puso la chaqueta del uniforme y bajó corriendo las escaleras sin percatarse del bullicio que se extendía por todo el orfanato, originado en el despacho de la señora Cole; nunca supo que sería la última vez que vería a su nocturna visitante. Salió del edificio sin ser interrogado por nadie y se encaminó a la calle principal bajo un cielo cada vez más oscuro dotado de nubes grises cargadas de lluvia.





Espero que haya sido de su agrado, no olviden dejar una lechuza, que siempre llega perfecta. Por lo pronto:

Travesura realizada ¡NOX!

[ escrito por RIDDLE ]


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