TOM RIDDLE EN DIAGON ALLEY (primera entrega)
"-¡A mí no me engaña! –exclamó furioso-. Usted viene del manicomio, ¿no es así? "Profesor”, sí, claro. Pues no voy a ir al manicomio, ¿se entera? A la que deberían encerrar es a esa vieja arpía."
Tom Marvolo Riddle
Cuando el chico entro al despacho de la señora Cole y advirtió que se ausentaría esa tarde, la mujer, con los ojos puestos en la carta que le había mostrado aquel profesor de extraño nombre (¿Dumbertone?, ¿Dunderbore?), no negó el permiso. Aquel niño de ojos de pardos, gracias a alguna plegaría dicha infinidad de veces, por fin dejaría de inquietar al resto de los niños que vivían con el miedo sobre la piel. La señora Cole, armándose de valor, con la mirada fija en el rostro si bien atractivo aunque siniestro de ese pequeño enigma, susurró unas palabras para sí, algo que sólo ella pudo escuchar, palabras de alivio, sin duda llenas de valor. Tom, quien nunca desvió los ojos de la mujer que jamás lo había mirado de ese modo tan poco temeroso, logró escuchar el susurro: “Por fin nos dejas, maldito demonio”, aunque en condiciones normales, ningún humano sin las características poco comunes que él poseía, hubiera logrado oír nada. Tom se acercó a ella con paso sigiloso, como si deseara llegar por sorpresa, y metió una mano al bolsillo de su saco gris. Familiarizado con la sensación, acarició la viscosa piel de una serpiente negra y fría (Tom suponía que su alma estaba hecha de la misma sustancia). Lo último que escuchó la señora Cole en ese estado de embriaguez y tácita alegría por la ausencia (al menos temporal, de Tom), fue un susurro, un silbido que salía, pues estaba conciente de su presencia, del niño Riddle quien, de una manera extraña, estaba a unos palmos del escritorio donde tenía posada la cabeza con los ojos semiabiertos y un hilo de saliva alcoholizada escurriendo por el mentón. Luego todo se volvió negro al tiempo que una fuerte presión alrededor de la garganta, la dejaba inconsciente.
Encontraron a la señora Cole muerta minutos después, y acaso por la evidencia de la botella vacía y el conocimiento del personal sobre la enfermedad que le aquejaba, nadie sospechó absolutamente nada, ni siquiera apareció el nombre de Riddle en la mente de nadie. Mientras la desencajaban del escritorio, una serpiente negra se deslizó por los pasillos.
Bueno espero les haya gustado esta pequeña introducción, el relato sigue, avanza en el complicado sendero de oscuridad y magia de ese pequeño Tom, a quien tanto queremos. Mientras tanto:
Travesura realizada ¡NOX!
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